Historia

La Parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo y San Isidro, también llamada Real Colegiata de san Isidro , es un templo católico situado en el casco histórico de Madrid, en el número 37 de la calle de Toledo.
Fue la catedral provisional de esta ciudad española hasta 1993, año en el que abrió sus puertas la catedral de la Almudena.
La colegiata fue construida en el siglo XVII como iglesia del antiguo Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, que se encuentra anexo al edificio. En ella se custodian los restos mortales de san Isidro, patrón de Madrid, y de su esposa, santa María de la Cabeza.
El templo se debe a un diseño de 1620 de Pedro Sánchez. Las obras, que comenzaron dos años después, fueron dirigidas por este arquitecto hasta 1633 y continuadas posteriormente por Francisco Bautista y Melchor de Bueras, quienes finalizaron la construcción en 1664.
La iglesia sustituyó a la parroquia de San Pedro y san Pablo, del siglo XVI, que fue demolida, junto al primitivo Colegio Imperial, siguiendo las instrucciones dejadas en su testamento por María de Austria (1528-1608), hija de Carlos I. La emperatriz legó su fortuna a la Compañía de Jesús con el propósito de que se construyera un edificio de nueva planta sobre el solar de la iglesia derribada.
El templo fue consagrado el 23 de septiembre de 1651, trece años antes de su conclusión, quedando adscrito a la citada orden religiosa e inicialmente advocado a san Francisco Javier. En 1767, con la expulsión de los jesuitas, se transformó en colegiata.
Dos años después, quedó bajo la advocación de san Isidro, coincidiendo con el traslado del cuerpo del santo desde la Iglesia de san Andrés, donde se custodiaba desde el siglo XVI en la Capilla del Obispo. También fueron trasladadas las reliquias de santa María de la Cabeza.
Su interior fue entonces reformado por Ventura Rodríguez, que proyectó un nuevo presbiterio y el retablo del altar
mayor, además de una rica decoración.
En 1885, con la constitución de la diócesis de Madrid, pasó a ser la catedral provisional de esta ciudad, rango que ostentó hasta 1993, cuando se concluyó la actual Catedral de la Almudena y ésta recuperó la categoría de colegiata.
En 1936, el edificio fue incendiado nada más comenzar la Guerra Civil Española. El fuego destruyó numerosas obras de arte, entre ellas el retablo de Ventura Rodríguez, así como lienzos de Ricci o Luca Giordano. El incendio también provocó el hundimiento de la cúpula, la primera encamonada de la arquitectura española (estructura de madera- a base de camones- y casquete de yeso colgado). Las crónicas posteriores, en su afán literario por engrandecer la tragedia, hablan de manera incierta de la destrucción de toda la cubierta. Esto se demostró falso a raíz de una investigación llevada a cabo por alumnos de la Escuela de Arquitectura dé Madrid: sólo se hundió el casquete y la linterna de la cúpula, el resto de cubiertas son originales.
Tras la contienda, se procedió a su restauración. Ésta se fue desarrollando lentamente a lo largo de dos décadas, intentando recuperar en lo posible los elementos originales, hasta culminar en la década de 1960 con la elevación de un tramo nuevo en las torres de la fachada principal, según proyecto del arquitecto Javier Barroso, quien dirigió todo el proceso. Asimismo se hizo una réplica bastante fiel del retablo mayor de Ventura Rodríguez.
El templo albergó, hasta la finalización de las obras de la catedral de la Almudena, las imágenes de la Virgen, patrona de Madrid así como el Cristo de la Buena Muerte, obra magistral de Juan de Mesa, situado actualmente en la Almudena, presidiendo el altar principal.
Desde 1978 es sede canónica de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena, que recoge el testigo de estas dos devociones sevillanas y efectúa su salida procesional en la tarde del Jueves Santo

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